19 de octubre de 2012

Two Kinds of Happiness.

Volví a tener ese sueño. 
El del bondi. 
Diferente ubicación, distintas personas al rededor, pero la misma idea.

Estoy en la parada del Instituto, esperando a que venga un bondi a llevarme a casa. Vienen, paran lejos de mi, les hago señas de que esperen pero no lo hacen. Y se van. Se alejan de mi, como si fuese una rata maloliente en una reunión de señoras para tomar el té.

Me desperté muy mal la mañana de ayer y durante todo el día me puse a pensar que podrá significar. La interné me dijo que el colectivo simboliza un cambio uff, otro mas y van, paren con los cambios, ya aburren y el echo de no poder "tomar" el cambio, quiere decir que hay algo que estoy dejando pasar, para que ese cambio no tome lugar.

Si bien es algo muy general, solo logro asociarlo con pocas cosas. ¿Situaciones? ¿Personas? ¿Cosas? Mi cabeza es un limbo. La verdad es que no se lo que quiero. Las últimas dos semanas me planteé la idea de dejar este estilo de vida nómade e intentar asentar cabeza otra vez. Pero la realidad es que no estoy muy convencida de ello. ¿Cuál sería el verdadero motivo? Me puse a pensar y creo que sólo quiero establecerme para sacar a alguien de mi cabeza. ¿Es un motivo válido, si sólo lo hago por eso y no porque es algo que yo misma quiera? Sin embargo  no puedo estar así, sin saber que hacer. Y al no saber que decisión tomar, me sumergí en el estudio dos semanas, en las que no pensé (o mejor dicho, pensé pero no tanto) en todo lo que no sea estudiar.

Pero ahora, evidentemente el subconciente quiere que me deje de pelotudear y no enfrentar mis problemas, y ansía que tome una decisión. Es difícil. ¿Qué querer?

Hace un año estoy sola, sin pareja. Fue un año con cambios enormes, no sólo en mi físico (recuperé mi cuerpo de antes de quedar embarazada), también en lo emocional y en el modo de percibir las cosas. Probé muchas cosas, volví a salir. Me divertí bastante. Conocí a muchas personas, a otras las volví a conocer y a un grupo les pegué una dulce pero sonora patada en el trasero. Fue un hermoso y caótico año. Pero, como todo lo bueno, estoy ingresando en una declive. ¿Realmente quiero que toda mi vida sea así? No.Va a llegar el momento en que voy a querer dejar de ser un agente libre. Yo también tengo sentimientos, enterrados, pero están ahí. También quiero sentirme querida, cuidada. También quiero que me abracen cuando todo esté mal, que me regalen un chocolate por un cumplemes. Quiero poder tomarle la mano a alguien sin que esa otra persona la dirija de sopetón a su entrepierna (sí, me ha pasado). Quiero ser el todo de alguien. 

Estoy harta de ser ignorada, y muchas veces ni siquiera por chabones que me chupan un huevo o "touchs and go". Justamente son eso, así que ni me interesan. Me cansa ser ignorada por personas que me importan, personas que considero amigas y he llegado a incluir en el rango de "hermanos y hermanas". ¿Qué acaso no merezco ser un poco mimada yo también?

Entonces he aquí que me encuentro ante la gran decisión. Son dos tipos de felicidad. Por un lado el placer, por otro lado el compromiso, como dirían los Strokes, son dos tipos de felicidad bien diferentes. Pero aún así, no me termino de decidir, ni por una, ni por otra. Tanto que me quejo del gataflorismo, al final yo también soy víctima de él. Supongo que no se le puede escapar a la contradicción de vivir en una situción y anhelar otra distinta. Lo único que se, es que depende de lo que yo haga (o deje de hacer). Creo que es lo único que me deja tranquila. Al menos, hasta que decida qué hacer. O un momento de luminosidad me saque de la incertidumbre en la que vivo, porque la verdad es que, en este momento, no tengo ni puta idea.



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